sábado, 14 de agosto de 2010

Enrique Verastegui

 (Tomado de un nota de Marco Martos)

Enrique Verástegui (Cañete 1950), apareció en el ámbito de la poesía formando parte del grupo literario Hora Zero, que dirigió Jorge Pimentel. Su primer libro, verdaderamente notable, En los extramuros del mundo (1950), llamó la atención por su sostenido aliento lírico dado dentro de una técnica que podríamos llamar cinematográfica, donde la poesía, si bien narrativa, no sigue un hilo argumental preciso: con aparente capricho salta de Catherine Deneuve a Giotto, de Jorge Manrique a un decreto ley. Colón es llamado "mochilero de la Rábida" y la musa del poeta, todavía en la escenografía que presta el balneario literario de Barranco, "gusta de la poesía, pero no tanto como del pastel de fresa". Su poesía, como la de ningún otro poeta de su grupo literario, es capaz de unificar contrarios, de construir imágenes, que, como quería Vicente Huidobro, podemos ver y palpar en el mismo instante. El libro, más que influencia inglesa, como se dijo en su momento, revela la lectura pertinaz de los poetas beatniks y de Ernesto Cardenal.

De ser un poeta iconoclasta, Verástegui fue evolucionando hasta convertirse en un poeta de la cultura. Sus libros posteriores, en especial Angelus Novus, exigen un lector participante de vasta erudición. Dueño en vida de una leyenda, semejante a la de Martín Adán o a la de Luis Hernández, la del poeta capaz de vivir precaria pero victoriosamente en los intersticios del sistema, Verástegui es vivo ejemplo de lo que puede hacer un poeta de talento en sus años más rigorosos. Retirado en su ciudad natal, de cuando en cuando sorprende con un texto nuevo que desconcierta por algunas semanas, pero que no logra penetrar en el círculo de la crítica y de la lectura masiva.

DATZIBAO

De pronto perdí todo contacto contigo.
Ya no pude llegar al teléfono, recordar ese número y llegar a tu
casa que no conocí.
Ya no pude volar sobre ti como todos los días a las tres de la tarde
estas pobres alas no dieron más
y aquí me tienes ideando estas líneas que reflejan mis ojos cansados
de ir caminando con la mente y las manos repletas de
yerba.
Yo fui el primer sorprendido.
La extrañeza de ser dos aves hurgándose el pecho y corriendo uno
detrás del otro entre las matas y bancas del parque.
y éramos arrojados fuera de nosotros mismos y por esto fue que
conocí tu ciudad
y me apreté contra ti buscando desesperadamente encontrarme en
tus ojos y amé todas tus cosas
y tu mirada angustiada y esa seriedad para responderme a ciertas
preguntas y cuestiones que nos diferenciaron para siem-
pre de las personas nacidas antes de 1950
tu maravilloso instinto agresivo desarrollado contra los males del
tiempo y portándote como en la más furiosa embestida
en la batalla por un lugar en el taxi que nos alejó miles de cuadras
más cerca de la pasión de la vida
hoy miércoles y no otro día.
Porque ya es hora de ir poniendo las cosas en claro y más que nada
empezar a ser uno mismo
un solo obstinado bloque de rabia.
tú por todo lo que para mí reflejabas lo más claro eres mi sopor
antes de echarte a gritar por estos sitios malditos
aún después de haber transformado esa palabrita bestialmente lúcida
en una flor obsesiva
que yo no quiero acariciar ni comprender el suicidio mi amiga es
una espera maldita.
como puede ser aguantarnos un par de horas más en el parque en
medio de un viento furioso que pugna por arrancar de
raíz lo más nuestro de nosotros
y tú junto a mí convertida en mi aliento escuchándote aprendiendo
de ti a la Molina no voy más esa canción negra arde en
mi pecho, me aplasta, levanta, avienta a decir no contra
todo.
Cada uno recuerda su primera caída.
Cada uno recuerda paso por paso los pasos que fue dando y los
que no dio porque en uno mismo está el propio enemigo.
Y yo me levanto para luchar contra mí - y me tengo miedo.
Lo perfecto consiste en desabotonarnos el torso mientras vamos sal-
vajemente penetrando en esta selva de arenas movedizas
y tu vida o mi vida no ruedan como esas naranjas plásticas que
eludimos porque tú y yo somos carne
y nada más que un fuego incendiando este verano.
La vida se abre como un sexo caliente bajo el roce de dedos reven-
tando millares de hojas tiernas y húmedas,
y no dijimos nada pero exigíamos a gritos destruir la ciudad, esta
ciudad ese monstruo sombrío escapado de la mitología
devorador de sueños.
Y el musgo creció como un verso clarísimo en tus ojos.
tú querías leer mis poemas aferrarte a ese instante de dulzura don-
de jamás hubo límites entre uno y otro ser
y fuiste sólo una muchacha que pasó por mis ojos silenciosamente
pegada a mí a mi secreta manera de enredarme en las
cosas de explicar un mundo indeciso sembrado con piedras
yo que creí que nada era nada en cualquier lugar de este mundo
y de pronto me di con tus sueños como con un golpe de mar sobre el
rostro
y luego adiós porque todo y nada puede explicarse en el amor y
porque todo y nada se explica en nosotros y con nosotros.

(De En los Extramuros del Mundo)

domingo, 24 de agosto de 2008

TULIO MORA


_____Miembro de movimiento Hora Zero el poeta, Tulio Mora (Huancayo, Perú - 1948) es uno de los poetas peruanos más representativos de la denominada generación del 70. Estudió Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y se dedicó tempranamente al periodismo.
_____El Movimiento Hora Zero fue el más importante movimiento de poesía surgido en la década del setenta en el Perú. Jorge Pimentel, Juan Ramírez Ruiz, Tulio Mora, Enrique Verástegui, Jorge Nájar y Carmen Ollé son considerados sus poetas más importantes. En 1977, junto a Jorge Pimentel deciden relanzar Hora Zero. Ya como miembro del movimiento, Mora publica su primer poemario "Mitología".
_____Esta también se conoce como la etapa internacional de Hora Zero. En 1978, Mora viaja a México y estrecha lazos con los infrarrealistas (Infrarrealismo), agrupación que el mexicano Mario Santiago Papasquiaro y el chileno Roberto Bolaño fundaron (en 1974) bajo una declarada admiración por Hora Zero y sus poetas.

Poesía

Mitología (1978)
Oración frente a un plato de col y otros poemas (1985)
Zoología prestada (1987)
Cementerio general (1ª edición, 1989, 2ª edición, 1994)
País interior (1994)
Simulación de la máscara (2005)

Antologías

Hora Zero, la última vanguardia latinoamericana de poesía (2000)

Investigación periodística/Ensayo

Y la verdad será nuestra defensa (1996) Días de barbarie (2003) Aquella madrugada sin amanecer (2004)
R
PIKIMACHAY
(20,000AC - 14,000AC)


Descanso la fatiga de una vida sin culpas
_____bajo la humosa, limosa tierra de una cueva.
Pero antes en las pampas
_____limpias como el ojo de la luna
fundé la memoria de este país.
_____Fue como cargar a un puma vivo.


TOQUEPALA
(10,000ac - 5000ac)

Una y otra vez la arcilla colorida se adhiere a la pared
_____dando forma a las manadas que afuera, en la planicie,
corren, acezantes por los dardos
_____que arrojamos sobre sus carnes frágiles y tiernas.
Tensos, por la herida, los más débiles nos miran con los ojos
_____del que jamás volverá a asombrarse.
La resignación es su lenguaje. Los más fuertes
_____se revuelcan de dolor, lanzan gemidos que el carbón
no reproduce. Su agonía es todo el arte que he dejado.
_____Su agonía y el goce (también el miedo) de mi vientre.
Aquí no he pintado una ceremonia, sino un consuelo.
_____El tiempo -esa repetición de mis harturas y penurias,
con los dientes más filudos del más viejo carnicero del Perú-
_____concederá otros atributos a mi estilo, pero recuerden
el hambre hizo de mí el artista que ahora elogian.

sábado, 29 de septiembre de 2007

Jorge Pimentel



Nació en Lima el 11 de diciembre de 1944. Es el mayor de dos hijos del matrimonio de Enrique Pimentel Otero y Victoria Vásquez Cubas. Vivió su infancia en el distrito de clase media de Jesús María (Lima). Estudió en el colegio italiano Antonio Raimondi, y luego en la Universidad Nacional Federico Villarreal.En 1965 ingresa a la Universidad Nacional Federico Villarreal de Lima, para seguir estudios de letras y literatura. En enero de 1970 escribe, con Juan Ramírez Ruiz -a quien conoció en la misma universidad- el manifiesto Palabras Urgentes. Junto con poemas de Pimentel, Ramírez Ruiz, Mario Luna, Julio Polar, Jorge Nájar, y José Carlos Rodríguez, Palabras Urgentes figuraba en el primer número de la revista Hora Zero, publicación que marca el nacimiento del movimiento. Algunas obras publicadas son: Kenacort y Valium 10 (Lima, Ediciones del Movimiento Hora Zero, 1970) Ave Soul (Carta Epílogo de Félix Grande. Madrid, Colección El Rinoceronte, 1973) Palomino (libro) (Lima, Carta Socialista Editores, 1983) Tromba de agosto (Prólogo de Pablo Guevara. Lima, Lluvia Editores, 1992) Primera muchacha (Prólogo de Tulio Mora. Lima, diciones Art Lautrec, 1997) Tromba de agosto (versión abreviada) (Lima, Fondo Editorial Cultura Peruana, 2006) En el hocico de la niebla (Prólogo de Sebastián Pimentel. Lima, Ediciones El Nocedal, 2007)



BALADA PARA UN CABALLO

Por estas calles camino yo y todos los que humanamente caminan
por esencia me siento un completo animal, un caballo salvaje
que trota por la ciudad alocadamente sudoroso que va pensando
muy triste en ti muy dulce en ti, mis cascos dan contra
el cemento de las calles. Troto y todo el mundo trata
de cercarme, me lanzan piedras y me lanzan sogas
por el cuello, sogas por las patas, me tienden toda clase
de trampas, en un laberinto endemoniado donde los hombres
arman expediciones para darme caza armados de perros policías
y con linternas, y cuando esto sucede mis venas se hinchan
y parto a la carrera a una velocidad jamás igualada
por los hombres, vuelo en el viento y vuelo en el polvo.
Visiones maravillosas aparecen ante mis ojos. Y vuelo
y vuelo. Mis extremidades delanteras ejercen presión
sobre las traseras y paralelamente y aun mismo ritmo
antes de asentase en el polvo retumban en la tierra.
Relincho. Y mi cuerpo va tomando una hermosísima elasticidad
me crecen pelos en el pecho y es un pasto rumoroso
el que se ondea y es una música y es un torbellino
de presiones que avanzan y retroceden en mi vuelo. Atrás
van quedando millares de kilómetros y sigo libre. Libre
en estos bosques dormidos que despierto con el sonido
de mis cascos. Piso la mala hierba y riego mis orines
calientes, hirviendo en una como especie de arenilla.
Descanso a mis anchas, bebo el agua de los ríos, muerdo hierba
tallos, rumio. Mis mandíbulas se ejercitan. Muevo mi larga cola
espantando a los mosquitos. Los guardacaballos vigilan
desde la copa de los árboles. Caen las hojas secas.
Los días se suceden y suelo dar suaves galopes hacia la vida.
En invierno los senderos se hacen tortuosos; el fango todo lo invade.
Para el frío utilizo cabañas abandonadas, cuevas en los cerros
que me resguarden de las tormentas. Yo observo la lluvia
desde mi cueva. Cae la lluvia y todo lo moja. Con este tiempo
suelo galopar poco cuidándome de un desgarramiento.
Muchas veces me siento solo y llego hasta los helechos
de los ríos para pensar muy dulce en ti muy triste en ti
y voy galopando bordeando el río añorando alguna yegua
que llegó a correr en pareja conmigo. A veces los niños
que vagan sueltos por las campiñas mientras sus padres
realizan tareas de recolección o labranza me montan a pelo
y solemos recorrer ciertas distancias, ganando los años,
aumentándolos. De ellos sí recibo algún trozo de azúcar.
En el verano el sol se pone rojo y se hace presente con su alegría
y los habitantes de los bosques y campos suelen saludarme
con el sombrero y con la mano. Yo les contesto con un relincho
parándome en dos patas. Y con la luz solar que todo lo invade
suelo dar galopes hacia la vida. Allí
donde mi presencia es esperada me hago realidad.
Allí donde ni un sueño se revela me hago realidad
me hago realidad en esos ojos que están cansados
de ver las mismas cosas. Y es en verano cuando la vida
se enciende y mis cascos recogen la hermosura de la tarde
y asciendo a las cumbres donde diviso extensiones
de mar de cielo de tierra.
Mi figura domina la naturaleza.
Cruza por el cielo un escuadrón de tórtolas.
Cae la noche.
Mi sombra se recobra.
Las ramas crujen.
Y por un instante pensé muy triste en ti muy dulce en ti.
Cae la noche en estos bosques, pareciera que la tierra
se difunde con la noche se propaga se manifiesta.
Y toda la noche he ido creciendo. Y crecía y crecía
aún más aún más ¿hasta dónde crecerás?
¿No tienes miedo? No, contesté. Soy libre.
El día, el nuevo día como algo fresco se anuncia solo.
Por esta época del año suelen cruzar manadas
de caballos ahuyentados y en busca de nuevos campos.
Recuerdo que logré darles alcance y me contaron
que lograron salvarse de una cacería emprendida
contra ellos para mandarlos a vivir a un potrero
y que luego de ser sometidos al cubo de agua
y a la alfalfa son obligados en los hipódromos
a correr distancias de 1,000, 2,500, 5,000 mts.
y no eres libre de correr sino que te dopan te colocan
descargas eléctricas, te manosean, te latigan
con una fusta despellejándote. Y así durante
un buen tiempo mientras ves acumuladas alforjas
de oro y plata. Hasta que llegue el momento de ser
sometido a la reproducción arrinconándote a una yegua
a la vista y paciencia de todos, sin intimidad
en una mañana de tinieblas y poca luz y luego
te separarán de tu yegua y potranco y pasarás
tus años inmisericorde como padrillo viejo y cuando
manques te dispararán un balazo en la sien. Ya
había galopado un buen trecho con la manada
que huía despavorida y me dijeron que probablemente
para el invierno pasarían por aquí para ir más
al norte. Y se alejaron a la carrera. Yo sabía
lo que le sucede a un caballo en la ciudad. Y
por ello me mantengo alejado de ella. Pero a veces
me interno y sucede lo que tiene que suceder. Pero si yo
me rebelo y persisto y amo terriblemente mis posibilidades
de realizarme en un medio donde la civilización se mata
y permanecen odios, prefijo ser caballo. Mojaré
la tierra con mis orines calientes hirviendo con estas ganas
inmensas de vivir y me uniré a las manadas para galopar
hacia la vida, para mantenernos unidos y vencer,
para no estar solos, para volvernos verdes-azules-amarillos
anaranjados-rojos y trotar hacia el nuevo aire fresco
y el campo sin límites.
Seré libre así y al menos mis guardacaballos cuidarán de mí
y de mi yegua
y de mi potranco.

(De Ave soul)